Raúl Marroquín
Sueña, planifica y cree en el Señor para cumplir tus metas y lograr tus objetivos, aunque parezcan imposibles.
José, llamado “El soñador”, el hijo menor, el consentido, es uno de los grandes hombres de fe que la Biblia nos presenta. Él nunca dejó de creer en la Palabra y nos enseña que peder en algo, no significa ser derrotados. En Cristo Jesús, sabemos que todo obra para bien. Los momento difíciles también son pasos hacia nuestros sueños. Así lo vivió José a quien Dios le había otorgado dos sueños desde su infancia. En el primero, veía unos manojos de trigo inclinándose ante él y en el segundo, veía al sol, la luna y once estrellas, honrándole. Cuando le contó los sueños a su familia, se ganó la envidia de los hermanos. Lo mismo puede sucedernos. Al contar nuestros sueños, corremos el riesgo de ser menospreciados o envidiados. Por eso, es mejor ser cuidadosos y rodearnos de gente positiva que apoye nuestros anhelos.
En el fondo del pozo
Génesis 37:19-24 relata: Y dijeron el uno al otro: He aquí viene el soñador. Ahora pues, venid, y matémosle y echémosle en una cisterna, y diremos: Alguna mala bestia lo devoró; y veremos qué será de sus sueños. Cuando Rubén oyó esto, lo libró de sus manos, y dijo: No lo matemos. Y les dijo Rubén: No derraméis sangre; echadlo en esta cisterna que está en el desierto, y no pongáis mano en él; por librarlo así de sus manos, para hacerlo volver a su padre. Sucedió, pues, que cuando llegó José a sus hermanos, ellos quitaron a José su túnica, la túnica de colores que tenía sobre sí; y le tomaron y le echaron en la cisterna; pero la cisterna estaba vacía, no había en ella agua.
Rubén, el hermano mayor, salvó a José de la muerte y se fue a pastorear, pero al volver, no lo encontró porque los hermanos lo había vendido como esclavo. La Palabra cuenta que lo tiraron en una cisterna, es decir, un pozo vacío. José estaba allí dentro, en lo más profundo y su impulso no era continuar excavando sino ver hacia arriba. Su sueño estaba en peligro, por lo que intentaba encontrar una salida, elevando sus ojos al cielo, buscando ayuda. Al final, su sueño se hizo realidad y llegó a ser un hombre poderoso que salvó del hambre a su pueblo y al imperio más grande sobre la tierra.
Muchas veces nos encontramos en una situación similar. Necesitamos que un “Rubén” nos meta dentro de un pozo para que meditemos y reactivemos nuestros sueños. A veces, hay que tocar fondo para comprender que la única solución es levantar los ojos al cielo y pedirle ayuda al Señor. Él nos da la oportunidad de iniciar el año aunque nos sintamos hundidos, pero con la esperanza de que habrá una luz que nos saque adelante. Aunque nos parezca increíble, allí, en el fondo, es el mejor lugar para iniciar porque ya no se puede bajar más y lo que queda es subir. Nuestro Padre nos da la esperanza cada nuevo año y nos regala un espíritu renovado para soñar.
Sueños que inspiran
Para iniciar un nuevo período, debemos tener en cuenta tres aspectos importantes. Lo primero es soñar. Dios no puede obrar en una persona que no tiene sueños porque Él habla el lenguaje de la fe. Necesita hombres que crean y tengan grandes sueños que parece locura ver realizados. Desea hacer prodigios, como el milagro de convertir una vida de pecado o sanar la enfermedad de quien pensaba que moriría.
Los sueños son la chispa para el incendio y el inicio de la creatividad que nos impulsa a la acción. Quien no sueña en grande, no puede ser hombre de fe porque no le brinda a Dios la oportunidad de creerle y que intervenga con Su poder. Si tus sueños son pequeños no hay necesidad que el Señor se manifieste. Para realizarlos, debes creerlos y trabajar para que se logren.
Cuando salí del colegio, me hicieron pruebas de aptitud para ayudarme a descubrir qué carrera seguir en la universidad. Cuando tuve la cita para conocer mis resultados, la psicóloga me dijo: “Tienes una característica que puede ser considerada como ventaja y defecto, dependiendo de cómo la utilices. Eres un soñador, haces castillos en el aire y tienes una gran imaginación. Eso es bueno, pero debes aprender a aterrizarlos, de lo contrario, tus sueños no realizados, se convertirán en frustración”. Y es cierto, los sueños sin alcanzar se mueren y son como pesados ataúdes que debes cargar por el resto de tu vida.
Estar en el fondo de un pozo es la oportunidad de un milagro para que tu sueño se haga realidad porque es el inicio de un proceso de fe. De joven soñé con servir a Dios y fui específico al pedírselo porque le dije: “Quiero organizar eventos y llevar Tu Palabra”. En ese momento, no estaba tiempo completo en la Iglesia, pero invité al pastor Cash a tomar un café y le presenté mi sueño en dos hojas que me recibió y guardó. Parecía que en ese momento no era importante. Pasaron los años y quien organizaba las cruzadas dejó de hacerlo. Entonces, el Pastor me llamó y dijo, sacando las hojas: “Recuerdo tu sueño, ¿quieres organizar las cruzadas?”. Le respondí que sí de inmediato, aunque después reaccioné al pensar que nunca había organizado algo así. Pero era mi sueño y no daría un paso atrás. Ahora puedo testificar sobre los milagros que he visto, no sólo en las sanidades sino en la organización de los eventos. El Señor es fiel y lo demuestra día a día.
Visualizar y planificar
El segundo consejo es aterrizar tus sueños, ponerles pies para lograr que avancen. Planifica alcanzarlos a través de pequeñas metas. Conviértelos en una visión que se concrete en un proceso cuantificable y medible. Escríbelos para comprenderlos mejor y visualizar la forma de hacerlos realidad. Por ejemplo, si sueñas con estudiar en USA, empieza por aprender inglés.
La visión de Dios es grande, no se queda en sueños, no tiene límites, así como la fe que puede hacer maravillas. Cuando tenemos una visión, es tiempo de orar y entregársela al Señor quien ha plantado los sueños en nuestro corazón. Tener visión es ver lo que Él ve, planificar y transformarlo en realidad.
Creer y confiar en Dios
El tercer elemento que te aconsejo para este nuevo año, es tener fe. Sólo quienes creen la Palabra y la ponen en práctica puede transformar lo imposible en posible. Si quieres prosperar, empieza por leer las promesas que Dios tiene para tu vida. Al inicio del año o de un nuevo período, procuro leer todas las promesas que Dios tiene para mi. De esta forma, puedo salir de ese pozo, refresco mi sueño y comienzo a verlo como si fuera realidad.
Josué 1:8-9 aconseja: Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en donde quiera que vayas.
Copia este versículo y pégalo donde lo veas siempre para que recuerdes que la Palabra de Dios es tu fundamento de fe para que tus sueños se cumplan. La Biblia es como tu motor y debes conocerla para saber qué desea el Señor para tu vida. Si manejas un carro que no conoces, no sabes cómo te responderá el motor, no sabrás si puede rebasar o frenar a tiempo. Pero si el carro es tuyo y lo conoces, sabes cuál será su desempeño. Así es la Palabra del Señor, hay que conocerla para ponerla en práctica y avanzar. De nada sirve andarla bajo el brazo si no la lees y echas mano de su potencial.
Si quieres salud, lee 3 Juan 2 que dice: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma”. Si deseas casarte, busca Proverbios 18:22 que explica: “El que halla esposa halla el bien, ? Y alcanza la benevolencia de Jehová”. Y si ya estás casado y deseas lo mejor para tu hogar, guíate por Proverbios 5:18: “Sea bendito tu manantial, y alégrate con la mujer de tu juventud, como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, y en su amor recréate siempre”. Y en todo momento recuerda lo que dice Romanos 8:28: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”.
Dios tiene una promesa y palabra para que creas en cada cosa que sueñas. Solo quienes sueñan, planifican la visión y creen en Su Palabra, logran cumplir sus sueños. Tienes un gran potencial y Su Palabra que desea hacerte libre para que sueñes y creas. El nuevo año es de bendición, prosperidad y salud. Confiesa lo que no es como si fuese porque el Señor nos da la certeza de que hay cosas buenas para cada uno. Dale gracias porque te ha dado la capacidad de soñar, planificar y ver las cosas como Él las ve: buenas, santas y obrando para bien en tu vida. Conquista tus sueños porque Dios ya te ha dado la victoria.